POÉTICAS DEL PAISAJE HEREDADO
Hace poco, y en son de broma, me arriesgué a decir que existen dos tipos de
artistas: aquellos a los que les gusta trabajar y aquellos a los que les gusta
exponer. Agregué que los primeros trabajan permanentemente porque son
autocríticos y llegan incluso a dudar que son artistas y que los segundos creen
que lo son simplemente porque exponen. Rematé mi ocurrencia afirmando que los
primeros se hacen extrañar mientras que los otros pueden llegar a hartarnos de
verlos demasiado frecuentemente en galerías. Ahora que me corresponde reseñar
la muestra individual de dibujo de Susana Aguilar, veo que esa aparentemente
arbitraria clasificación tiene algo de validez y que ella no solo pertenece al
primer grupo sino que – debo admitirlo – pensaba en artistas como ella cuando
se me ocurrió.
Susana Aguilar es una joven pintora trujillana que a pesar de los
reconocimientos obtenidos desapareció repentinamente – al menos en Lima – y cuando
apenas empezábamos a disfrutar de sus cuadros. En aquellas obras, recuerdo que no sólo
encontrábamos una propuesta de alta exigencia pictórica sino también un imaginario
complejo, resultante de su original y clarividente mirada sobre el mundo que la
rodea: en esas pinturas quedaban revelados a su vez otros mundos paralelos e interconectados
mediante el paisaje, el cosmos y la memoria ancestral.
En esta ocasión la artista ha reunido una nutrida colección de dibujos resueltos
en la rigurosa – y paciente – técnica puntillista. En varios de ellos reconocemos
algunos de sus temas predilectos, específicamente sus visiones del paisaje
desértico o pétreo y su ingente potencial mítico. En otros ha dotado de una
fisonomía a la “Pachamama” y al viento o ha insuflado de vida a algunas de las encarnaciones
plásticas más tempranas de la ideología andina, como son la huanca y la estela.
Y es en los dibujos coloreados donde nos queda claro que la ilustración tiene
en Aguilar un exponente dotado como pocos. Algunas piezas como la de “El Colibrí”, “Yacana” y “La comunión de Kaametza y Narowé”, por
ejemplo, parecieran desde ya las primeras láminas de un libro ilustrado que
urge reescribir. Debo agregar que en este conjunto aparecen también sus
primeras indagaciones en el casi infinito campo de la cosmogonía
amazónica.
Durante la década que ha transcurrido sin verla exponer ni individual ni
colectivamente me preguntaba qué sería de ella y por qué los buenos artistas de
pronto deciden que no nos hacen falta. Claro que siempre me la imaginé
trabajando, discretamente, como estos bellos y delicados trabajos lo
demuestran. Por eso he celebrado esta reaparición y le agradecí que me invitara
a escribir estas breves líneas. Ojalá no más que no nos haga esperar otros diez
años…
Manuel Munive
Maco
Paisaje Mítico
Exposición individual
Susana Aguilar Yauri
Galería Impromptu
El Cultural, Trujillo
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